11 oct 2011

"Picando de madrugada" (Freda el sucio)

Eran las 5:05 de la noche cuando me desperté, o eso pensaba. En el silencio de la noche, todavía somnoliento me pareció escuchar un ruido de platos, como si alguien los estuviera barajando, probablemente un vecino. El ruido cesó he intenté seguir durmiendo, pero a los pocos minutos volví a escuchar el ruido, era realmente molesto, porque cada poco tiempo se rompía un plato, aunque el ruido era constante. Hasta los huevos del ruido me asomé a la ventana y con voz de ultratumba grité: "Venga ya cojones que no son horas, a ve si voy a tené que cagarmentuputamadre". El ruido cesó automáticamente, pero desconfiado seguí a la espera en la ventana, un minuto, dos minutos, diez minutos y entonces ya confiado me volví a acostar.


De nuevo me despertó el ruido de platos, miré el reloj y eran las 5:30, apenas me había dado tiempo a quedarme dormido y el hijo de puta ya estaba otra vez, xo ahora había algo nuevo, el ruido sonaba mucho mas cerca y además había un grifo abierto. Me levanté y me dirigí hacia el origen, provenía de la ducha, cosa que me hizo sospechar lo evidente. Un monstruo del fregadero se había colado en mi casa para robarme el mistol y usar mi agua caliente. Abrí la puerta y allí me la encontré, totalmente enjabonada y desnuda, desde la fuente de ensaladas de la cabeza hasta los cucharones de madera de los pies. Se tapó rápidamente sus vergüenzas con los platos de postre de las manos, pero se distinguía que era una hembra, tenía dos buenos cuencos en los pechos, el vientre plano como la bandeja de porcelana que era y los glúteos voluminosos y duros como cacerolas. El agua resbalaba por su cuerpo y éste se iba volviendo reluciente a medida que desaparecía el jabon. 


Me quedé mirándola desde la puerta, ella me miraba asustada, arrinconada en la ducha, como si pensara que iba a pegarle. Di un paso en su dirección, luego otro y otro más, ya estaba a su lado, entonces le rocé la cara en relieve de la fuente con el dorso de la mano, suavemente, con tanta dulzura como me fue posible, levantó la cabeza y me miró, nos miramos, fue mágico, poco a poco apartó los platos de postre, dejando al descubierto sus vergüenzas. Tenía el coño prieto como dos platos unidos con elásticos y lo adornaba una nana de Scott Britte recortada en una delgada línea de rizos. La penetré con todo mi ansia, como si fuera el último polvo y ella gozó de placer tanto o más que yo y el resonar de platos rotos era uno con el ritmo de mi pelvis, pero de repente se rompió uno de los platos de su coño y me hizo una raja en la polla. Se la saqué rápidamente, pero la sangre no paraba de brotar, así que lo único que se me ocurrio para frenar la hemorragia fue metérsela en el culo al perro, con tan mala suerte que nos quedamos pegados. Y es por ésto doctor que he venido a urgencias.

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